sábado, 27 de abril de 2013

CAPÍTULO 4.


4 1Estaba yo en paz en mi casa, con buena salud en mi palacio, 2cuando tuve un sueño que me asustó y las fantasías de mi mente me turbaron.
3Mandé que se presentaran todos los sabios de Babilonia para explicarme el sentido del sueño. 4Acudieron los magos, astrólogos, agoreros y adivinos; les conté mi sueño, pero no supieron explicarme su sentido. 5Después se presentó Daniel -llamado Belsazar en honor de mi dios-, hombre dotado de espíritu profético, y le conté mi sueño:
6-Belsazar, jefe de los magos, sé que posees espíritu profético y que no se te resiste ningún secreto; te contaré mi sueño y tú me lo explicarás.
7Estando yo acostado tuve esta visión:
Vi un árbol gigantesco en medio del orbe: 8el árbol se hacía corpulento,su copa tocaba el cielo, se le veía desde los cabos de la tierra. 9Su follaje era hermoso, de sus frutos copiosos se alimentaban todos, bajo él se guarecían las fieras agrestes y en su ramaje anidabanlas aves del cielo; sustentaba a todos los vivientes.
10Estando yo acostado tuve esta visión: Vi bajar del cielo un Guardián Sagrado 11que gritó con voz fuerte:
«Derribad el árbol, tronchad su ramaje, arrancad le el follaje, esparcid sus frutos; que huyan de su sombra las fieras y las aves de su ramaje.
12Dejad en tierra sólo el tocón con las raíces. Encadenado con hierro y bronce pacerá la hierba; mojado de relente, compartirá con las fieras los pastos del suelo.
13Perderá el instinto de hombre y adquirirá instintos de fiera, y pasará en ese estado siete años. 14Lo han decretado los Guardianes, lo han anunciado los Santos, para que todos los vivientes reconozcan que el Altísimo es dueño de los reinos humanos, que da el reino a quien quiere y pone al más humilde en el trono».
15Éste es el sueño que he visto, yo el rey Nabucodonosor; tú, Belsazar, explícame su sentido, pues ningún sabio ha sido capaz de hacerla, mientras que tú posees espíritu profético.
16Por un rato, Daniel, llamado Belsazar, quedó perplejo, turbado por sus pensamientos. El rey le dijo:
-Belsazar, no te asustes de mi sueño o de su sentido.
Belsazar replicó:
-Señor, vaya el sueño por tus enemigos y su interpretación por tus rivales.
17«EI árbol gigantesco que viste, cuya copa tocaba el cielo y se veía hasta los cabos de la tierra, 18de hermoso follaje y frutos copiosos que sustentaban a todos, a cuya sombra habitaban las fieras agrestes y en cuyo ramaje anidaban las aves del cielo, 1geres tú mismo, majestad; porque tu poder es inmenso, tu dominio alcanza hasta el cielo y tu imperio se extiende hasta los cabos de la tierra.
20»EI Guardián Sagrado que viste bajar del cielo y que dijo: 'Derribad el árbol, destrozad lo dejando sólo su tocón y sus raíces en tierra; encadenado con bronce pacerá la hierba, mojado de relente compartirá con las fieras la hierba del suelo y pasará en ese estado siete años', significa lo siguiente:
21»Es el decreto del Altísimo pronunciado contra el rey, mi señor. 22Te apartarán de los hombres, vivirás con las fieras, pacerás hierba como los toros, te mojará el relente, y así pasarás siete años; hasta que reconozcas que el Altísimo es dueño de los reinos humanos y da el poder a quien quiere. 23Mandaron dejar el tocón con las raíces porque volverás a reinar cuando reconozcas que Dios es soberano. 24Por tanto, majestad, acepta mi consejo: expía tus pecados con limosnas, tus delitos socorriendo a los pobres, para que dure tu tranquilidad».
25Todo esto le sucedió al rey Nabucodonosor. 26AI cabo de doce meses, paseando por su palacio de Babilonia, 27dijo: -Ésta es Babilonia la magnífica, que yo he construido como capital de mi reino, en un alarde de poder y para honrar mi majestad.
28No había acabado de hablar, cuando se oyó una voz en el cielo:
29-¡Contigo hablo, rey Nabucodonosor! Has perdido el reino, te apartarán de los hombres, vivirás en compañía de las fieras paciendo hierba como los toros, te mojará el relente, y así pasarás siete años, hasta que reconozcas que el Altísimo es dueño de los reinos humanos y da el poder a quien quiere.
30Inmediatamente ejecutaron la sentencia contra Nabucodonosor, lo alejaron de los hombres, pació hierba como los toros, lo mojó el relente, le creció pelo de buitre y garras de ave rapaz. 31Pasado el tiempo, yo, Nabucodonosor, alcé los ojos al cielo, recobré la razón, bendije al Altísimo, alabé al que vive siempre:
32«Su reino es eterno, su imperio dura de edad en edad; no cuentan los que habitan la tierra, y trata como quiere al ejército del cielo; nadie puede atentar contra él ni exigirle cuentas de lo que hace».
33En aquel momento recobré la razón, recobré los honores y la dignidad real, mis consejeros y nobles acudieron a mí, volví a ocupar el trono y creció mi poder incomparable.
34Y ahora yo, Nabucodonosor, alabo y ensalzo y glorifico al Rey del cielo, porque sus obras son justas y rectos sus caminos; al que procede con arrogancia lo humilla.

4,2 Véanse Eclo 34,5 y 40,5-7. 

4,5 "Espíritu profético" o "de Dios Santo": compárese con Sal 51,13; Gn 41,38; Is 63, 10s. 

4,6 "Jefe de magos" es título difícilmente conciliable con la legislación judía (Dt 18, 10ss). 

4,10 El "Guardián Sagrado" o el guardián, el santo. Por primera vez en el AT encontramos esta categoría de seres celestes, sobrehumanos. Podría ser antecedente Zac 4,10. Estos guardianes de la literatura apocalíptica no duermen (Is 62,6; Sal 121), velan y vigilan a los hombres. En este texto también pronuncian o comunican decretos celestes. En la especulación posterior cristalizará la idea del "ángel  guardián" o de la guarda, y se cuenta que algunos pecaron con mujeres humanas (cfr. Gn 6,2) 

4,12 Sobre el tocón: Is 6,13; 11,1; Job 14,8. La condición bestial se puede traducir como enfermedad o locura, "loco de atar', con tal de no perder la valencia simbólica. Si aplicamos el método de la gematría es decir, leer y sumar las letras en su valor numérico, dan el mismo resultado nbwkdnsr y  'ntywkw 'pyphns. 

4,14 El v. 21 atribuye el decreto al Altísimo. Los Guardianes son su consejo. 

4,16 El rey estaba turbado porque no entendía el sentido del sueño, Daniel se turba porque lo entiende. Daniel responde al soberano con un floreo cortés (cfr. 2 Sm 18,32). 

4,23 Compárese con la confesión y muerte de Antíoco IV, según 2 Mac 9,11s. 

4,31 En figura de animal, el rey volvía los ojos a la tierra; en el momento en que se levanta y trasciende la mirada rastrera, recobra la razón humana: lo humano es contemplar el cielo (Sal 8). El primer acto de su razón recobrada es bendecir, alabar y dar gracias al Altísimo. 

4,32 Para la segunda frase véase Is 40,17; para la última, Is 45,9; Job 9,12. 

4,34 Inspirado en salmos: 30,1; 118,28.

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