La apocalíptica es heredera de la profecía:
surge cuando la profecía se ha extinguido (cfr. 1 Mac 14,41; Sal 74,9) y pretende
llevar adelante su misión. De la profecía toma el género de la visión (Am, Jr) y
la ofrece como revelación; de profetas posteriores (Ez, Zac) toma el mediador
intérprete. En particular, empalma con escritos tardíos que solemos llamar
escatologías proféticas (Is 24-27; 65-66; JI 3-4; Ez 38-39; Zac 13-14). En
momentos de crisis, la apocalíptica trae un mensaje de esperanza: la
tribulación es pasajera, el Señor actuará, pronto y de modo definitivo. En
varias ocasiones la apocalíptica se presenta como interpretación actualizada de
una profecía.
Por
otra parte, al no presentar sus enseñanzas o sus visiones como oráculo del
Señor, el autor desarrolla una actividad sapiencial de reflexión. De Daniel se
pondera al principio su formación cultural y literaria, superior a la de los
maestros de Babilonia. En cuanto a la narración, sigue la gran tradición hebrea
(o griega), especialmente la ficción (Tob, Jud, Est).
No hay comentarios:
Publicar un comentario