La
estatua de oro
(ls 43,2; 2 Mac 7)
3 1EI rey Nabucodonosor hizo una estatua de oro, treinta metros de alta
por tres de ancha, y la colocó en la vega de Dura, provincia de Babilonia.
2Mandó
convocar a los sátrapas, ministros, prefectos, consejeros, tesoreros, letrados,
magistrados y gobernadores de provincia para que acudieran a la inauguración de la estatua que había erigido el rey Nabucodonosor.
3Se
reunieron los sátrapas, ministros, prefectos, consejeros, tesoreros, letrados,
magistrados y gobernadores de provincia para la inauguración de la estatua que había erigido el rey Nabucodonosor, y mientras estaban en pie
frente a ella, 4el heraldo proclamó con voz potente: 5-A
todos los pueblos, naciones y lenguas: cuando oigáis tocar la trompa, la
flauta, la cítara, el laúd, el arpa, la vihuela y todos los demás instrumentos,
os postraréis para adorar la estatua que ha erigido el rey Nabucodonosor. 6EI
que no se postre en adoración será al punto arrojado dentro de un horno
encendido abrasador.
7 Así,
pues, cuando los di versos pueblos oyeron tocar la trompa, la flauta, la
cítara, el laúd, el arpa, la vihuela y todos los demás instrumentos, todos los
pueblos, naciones y lenguas se postraron adorando la estatua de oro que
Nabucodonosor había erigido.
8Entonces
unos caldeos fueron al rey a denunciar a los judíos:
9-iViva
el rey eternamente! 10Su majestad ha decretado que cuantos escuchen tocar la
trompa, la flauta, la cítara, el laúd, el arpa, la vihuela y todos los demás
instrumentos se postren adorando la estatua de oro, 11y el que no se postre en
adoración será arrojado dentro de un horno encendido abrasador. 12Pues bien;
hay unos judíos, Sidrac, Misac y Abdénago -a quienes has encomendado el
gobierno de la provincia de Babilonia-, que no obedecen la orden real, ni
veneran a tus dioses, ni adoran la estatua de oro que has erigido.
13Nabucodonosor,
en un acceso de ira, ordenó que trajeran a Sidrac, Misac y Abdénago, y cuando
los tuvo delante, les dijo:
14-¿Es
cierto, Sidrac, Misac y Abdénago, que no respetáis a mis dioses ni adoráis la
estatua que he erigido? 15Mirad: si al oír tocar la trompa, la flauta, la cítara, el laúd, el arpa, la vihuela y todos los demás instrumentos
estáis dispuestos a postraros adorando la estatua que he hecho, hacedlo; pero si no la adoráis, seréis arrojados al punto dentro del horno encendido
abrasador, y ¿qué Dios os librará de mis manos?
16Sidrac,
Misac y Abdénago contestaron:
I7-Majestad,
a eso no tenemos por qué responder. Si es así, el Dios a quien veneramos puede libramos
del horno encendido y nos librará de tus manos. 18y aunque no lo haga, conste,
majestad, que no veneramos a tus dioses ni adoramos la estatua de oro que has
erigido.
19Nabucodonosor,
furioso contra Sidrac, Misac y Abdénago y con el rostro desencajado por la
rabia, mandó encender el horno siete veces más fuerte que de costumbre, 20y
ordenó a algunos de sus soldados más robustos que atasen a Sidrac, Misac y
Abdénago y los echasen en el horno encendido abrasador.
21Así,
vestidos con sus pantalones, camisas, gorros y demás ropa, los ataron y los
echaron en el horno encendido abrasador.
22La
orden del rey era severa y el horno estaba ardiendo; sucedió que las llamas
abrasaron a los que conducían a Sidrac, Misac y Abdénago; 23mientras los tres,
Sidrac, Misac y Abdénago, caían atados en el horno abrasador.
Oración penitencial de Azarías
(Esd 9; Neh 9; Bar 1,15-3.8)
24Paseaban
por las llamas alabando y dando gracias a Dios.
25Azarías
se detuvo a orar, y abriendo los labios en medio del fuego, dijo:
26Bendito
seas, Señor,
Dios
de nuestros padres,
alabado y glorificado
tu
nombre por siempre.
27 Lo
que has hecho con nosotros
está justificado:
todas
tus acciones son justas,
tus caminos son rectos,
tus
sentencias son justas.
28son
justas las sentencias
que
has ejecutado contra nosotros,
contra tu ciudad santa,
la Jerusalén
de nuestros padres;
con justicia y derecho
lo
has ejecutado todo
por nuestros pecados.
29Porque
hemos cometido
toda clase de pecados,
hemos
prevaricado
rebelándonos contra ti,
hemos
cometido
toda
clase de pecados,
hemos quebrantado
los
preceptos de tu ley;
30no hemos puesto por obra
lo
que nos habías mandado
para nuestro bien.
31 Por
eso, todo lo que nos has enviado
y nos has hecho,
lo
has hecho con justicia.
32Nos
entregaste en poder
de nuestros
enemigos,
inicuos, malvados y rebeldes,
del rey más inicuo
y perverso
del mundo.
33Ya
no podemos abrir la boca,
pues la vergüenza abruma
a tus siervos y a tus fieles.
34¡Por
el honor de tu nombre!,
no nos
abandones para siempre,
no rompas tu alianza,
no nos
niegues tu misericordia.
35Por Abrahán, tu amigo;
por lsaac,
tu siervo;
por Israel,
tu consagrado;
36 a
quienes prometiste
multiplicar su descendencia
como las estrellas del cielo,
como la arena de las playas.
37 Por
nuestros pecados, Señor,
somos
hoy el más pequeño de los pueblos,
humillado por toda la tierra;
38no
tenemos ya ni príncipe,
ni jefe,
ni profeta,
ni holocaustos,
ni sacrificios,
ni ofrendas, ni incienso,
ni lugar
donde ofrecerte primicias
y alcanzar tu misericordia.
39pero
tenemos un corazón quebrantado
y un espíritu humillado;
recíbelos
como si fueran una oblación
de holocaustos de toros y carneros,
de
millares de corderos cebados.
40Ése
será el sacrificio que hoy te ofrecemos
para aplacarte fielmente;
porque
los que confían en ti
no
quedan defraudados.
41En
adelante te seguiremos
de todo
corazón, te respetaremos,
buscaremos tu rostro.
No
nos defraudes;
42trátanos
según tu piedad
y tu
gran misericordia;
43líbranos, como tú lo haces,
maravillosamente,
y sal
por el honor de tu nombre, Señor.
44Son humillados los que nos maltratan,
queden confundidos, pierdan el mando,
sea triturado su poder
45y
sepan que tú, Señor, eres el Dios único,
glorioso, en toda la tierra.
Cántico de los tres jóvenes
(Sal 136; 148)
46Los
criados del rey que los habían arrojado no cesaban de atizar el fuego. En el
momento de echar/os, el horno estaba encendido siete veces más fuerte que de costumbre. Los criados que los echaron se encontraban en la
parte superior, mientras otros, por debajo, alimentaban el fuego con petróleo,
pez, estopa y leña. 47 Las llamas se alzaban veinticuatro metros y medio por encima del
horno; 48olltaron y abrasaron a los caldeos que se encontraban cerca del horno.
49Un
ángel del Señor bajó adonde estaban Azarias y sus compañeros, expulsó las llamas
fuera del horno, 50metió dentro un viento húmedo que silbaba, y el fuego no los atormentó, ni los hirió, ni siquiera los tocó.
51Entonces
los tres, al unísono, cantaban himnos y bendecían y glorificaban a Dios en el horno,
diciendo:
52Bendito
eres, Señor, Dios de nuestros padres,
a ti gloria y alabanza por los siglos.
Bendito
tu nombre, santo y glorioso,
a éL
gloria y alabanza por Los siglos.
53Bendito eres en eL templo de tu santa gloria,
a ti gloria y alabanza por Los siglos.
54Bendito eres en tu trono real,
a ti
gloria y alabanza por los siglos.
55Bendito cuando cabalgas sobre querubines
sondeando Los abismos,
a ti
gloria y alabanza por los siglos.
56Bendito eres en la bóveda del cielo,
a ti
gloria y alabanza por los siglos.
57Criaturas todas del Señor, bendecid aL Señor,
ensalzadlo con himnos por los siglos.
58Ángeles del Señor, bendecid al Señor,
ensalzadlo con himnos por Los siglos.
59 Cielos,
bendecid aL Señor,
ensalzadlo
con himnos por Los siglos.
60Aguas del espacio, bendecid al Señor,
ensalzadlo con himnos por los siglos.
61Ejércitos del Señor, bendecid al Señor,
ensalzadlo con himnos por los siglos.
62Sol y Luna, bendecid al Señor,
ensalzadlo con himnos por Los siglos;
63astros del cielo, bendecid al Señor,
ensalzadlo con himnos por los siglos.
64Lluvia y rocío, bendecid al Señor,
ensalzadlo con himnos por los siglos;
65vientos todos, bendecid al Señor,
ensalzadlo con himnos por los siglos;
66fuego y calor, bendecid al Señor,
ensalzadlo con himnos por Los siglos;
67fríos y heladas, bendecid al Señor,
ensalzadlo con himnos por los siglos;
68rocíos y nevadas, bendecid al Señor,
ensalzadlo con himnos por los siglos;
69témpanos y hielos, bendecid al Señor,
ensalzadlo con himnos por los siglos;
70escarchas y nieves, bendecid al Señor,
ensalzadlo con himnos por los siglos.
71Noches
y días, bendecid al Señor,
ensalzadlo con himnos por los siglos;
72luz y tinieblas, bendecid al Señor,
ensalzadlo con himnos por Los siglos;
73rayos y nubes, bendecid al Señor,
ensalzadlo con himnos por los siglos.
74BendigalLa tierra al Señor,
ensálcelo
con himnos por los siglos;
75montes y cumbres, bendecid al Señor,
ensalzadlo con himnos por los siglos;
76cuantoto germina en la tierra,
bendiga
al Señor,
ensálcelo
con himnos por los siglos;
77manantíales, bendecid al Señor,
ensalzadlo con himnos por los siglos;
78mares y ríos, bendecid al Señor,
ensalzadlo con himnos por los siglos;
79cetáceos y cuanto se agita en el mar,
bendecid al Señor,
ensalzadlo
con himnos por los siglos;
80aves del cielo, bendecid al Señor,
ensalzadlo con himnos por los siglos;
81fieras y ganados, bendecid al Señor,
ensalzadlo con himnos por los siglos.
82Hombres todos, bendecid al Señor,
ensalzadlo con himnos por los siglos;
83bendiga Israel al Señor,
ensálcelo
con himnos por los siglos;
84sacerdotes del Señor, bendecid al Señor,
ensalzadlo con himnos por los siglos;
85siervos del Señor, bendecid al Señor,
ensalzadlo con himnos por los siglos;
86almas y espíritus justos,
bendecid
al Señor,
ensalzadlo
con himnos por los siglos;
87santos y humildes de corazón,
bendecid
al Señor,
ensalzadlo
con himnos por los siglos;
88Ananías, Azarías y Misael, bendecid al Señor,
ensalzadlo
con himnos por los siglos;
porque
os sacó de la fosa,
os
libró del poder de la muerte,
os arrancó de la llama ardiente
y os libró del fuego.
89Dad
gracias al Señor, porque es bueno,
porque es eterna su misericordia.
90Alabad a Dios, fieles todos de Dios,
dadle gracias con himnos,
porque
es eterna su misericordia;
dura
por los siglos de los siglos.
Confesión de Nabucodonosor
24Entonces
el rey, estupefacto, se levantó apresuradamente y preguntó a sus consejeros:
-¿No eran tres los hombres que atamos y echamos al horno?
Le
respondieron.
-Así es, majestad.
25Preguntó:
-¿Entonces
cómo es que veo cuatro hombres, sin atar, paseando por el horno sin sufrir
nada? y el cuarto parece un ser divino.
26y
acercándose a la puerta del horno encendido, dijo:
Sidrac,
Misac y Abdénago, siervos del Dios Altísimo, salid y venid.
27Sidrac,
Misac y Abdénago salieron del horno. Los sátrapas, ministros, prefectos y consejeros
se apretaron para ver a aquellos hombres a prueba de fuego: no se les había
quemado el pelo, los pantalones estaban intactos, ni siquiera olían a chamuscados.
28Nabucodonosor
entonces dijo:
-Bendito
sea el Dios de Sidrac, Misac y Abdénago, que envió un ángel a salvar a sus siervos,
que, confiando en él, desobedecieron el decreto real y prefirieron arrostrar el
fuego antes que venerar y adorar otros dioses que el suyo. 29Por eso decreto que
quien blasfeme contra el Dios de Sidrac, Misac y Abdénago, de cualquier pueblo,
nación o lengua que sea, sea hecho pedazos y su casa sea derribada. Porque no
existe otro Dios capaz de librar como éste.
30El rey
dio cargos a Sidrac, Misac y Abdénago en la provincia de Babilonia.
Visión del árbol
(Ez 31)
31EI rey
Nabucodonosor, a todos los pueblos,
naciones
y lenguas que habitan en la tierra: Paz y prosperidad.
32Quiero
contar los signos y prodigios que el Dios Altísimo ha hecho conmigo:
33¡Qué
grandes son-sus signos, qué admirables sus prodigios!
Su reinado
es eterno, su poder dura por todas las edades.
3 A la
estatua del sueño, modelada por Dios en la fantasía para trasmitir un mensaje, sucede
la estatua obra de manos humanas. Con esto la controversia pasa al terreno de
la idolatría. Actúa además la envidia de los jefes babilonios, que se han visto desbancados por Daniel y sus compañeros.
Estatua
soñada y estatua real. Paradójicamente, la estatua soñada es real y la real es falsa.
Porque la soñada tiene como sustancia significar, y el significado es verdadero
(2,45). Mientras que la real representa algo que no tiene existencia; por eso
es un sinsentido, sea que represente a una divinidad o a un dios divinizado. En
el contexto narrativo, babilonio, la estatua representa a un dios, quizá a Marduk;
en el contexto del autor, alude a Antíoco Epífanes, rey divinizado. En contexto
politeísta, el emperador no exige a sus súbditos que renieguen de sus propios
dioses, sino que reconozcan al dios del imperio. Solamente los monoteístas se
negarán.
En todo
caso, la estatua es perversa. En ella se cumple el esquema radical de la idolatría,
que esclaviza al hombre a una fabricación humana. En manos del rey, la estatua
se convierte en instrumento de opresión: porque
el rey sojuzga a sus súbditos con pretexto religioso y a toque de una banda
musical.
La
prueba. Todos se someten a la orden del rey, con las autoridades a la cabeza.
Se resisten tres judíos (falta Daniel en el relato). La fe de los judíos los
libra de hacerse esclavos, la confianza en su Dios les da valor ante la
intimidación. Sometidos a prueba, ellos ponen a prueba la capacidad salvadora
de su Dios (v. 18). En ellos y por ellos, es puesto a prueba su Dios, como Dios
salvador; y tanto los jóvenes judíos como su Dios salen airosos de la prueba.
El relato anima a los mártires: habla más a Eleazar que a Judas Macabeo. Es la
prueba del fuego (cfr. Is 43,2).
Nabucodonosor.
Al principio no parece que actúe pensando en sus funcionarios judíos; es la
envidia de los cortesanos la que descubre la desobediencia. Cuando el rey se entera,
se irrita y pronuncia su acusación: han faltado al rey desobedeciendo, a la estatua y los dioses negándoles
adoración. En su cólera, el rey se atreve a desafiar al Dios de los judíos (15);
al final tiene que reconocer su superioridad (29).
El
estilo de este relato, con sus enumeraciones y repeticiones, tiene un encanto
particular. Camina despacio, majestuosamente y se tiñe de ironía por el
contraste entre el gran despliegue real y su fracaso: oro en cantidad
incalculable, la llanura inmensa, autoridades en pleno, tutti de la
banda musical, el horno a su máxima temperatura ... Tampoco carece de ironía el
cuadro de los cortesanos examinando a aquellos hombres "a prueba de fuego"
(27).
3,1 El
texto desborda el realismo del escenario limitado, sugiriendo una adoración universal
de todos los súbditos del imperio.
3,2 Seis de los cargos tienen nombres persas.
3,5
Incluye tres instrumentos musicales de nombre griego. Compárese con 2 Cr 20, 28 y Sal 150.
3,6 La
pena de fuego: Jr 29,22; Is 30,33.
3,15 Aunque el rey no controla los elementos, puede manejar a su arbitrio un
fuego domesticado. Su desafío implica que ningún dios puede controlar ese
fuego.
3,17
-18 La traducción suaviza una dificultad gramatical. En su declaración expresan
los jóvenes el temple del martirio ante el emperador del universo y toda su
corte. Están convencidos de que su Dios puede librarlos, pero del poder no
deducen el hecho. Los extranjeros necesitan ver el hecho para creer en el
poder.
3,23 La
opresión de Egipto se compara varias veces a un horno de fundición (Dt 4,20; 1
Re 8,51; Jr 11,4). En el original arameo se suceden sin cesura el caer de los
jóvenes atados y el levantarse del rey atónito.Los vv.
24-33 de esta numeración aramea aparecen a continuación de 3,90. En cursiva
están las inserciones griegas.
3,24-45
(griego) Oración penitencial. De dos maneras glorifica el hombre a Dios: confesando
las acciones gloriosas del Señor y confesando las propias culpas. Lo primero está
claro, lo segundo se basa en las relaciones del pueblo con su Dios. Supuesta la
elección, que es pura gracia, y la oferta y aceptación de la alianza bilateral
con sus condiciones, y el proceso histórico ulterior, resulta que el Señor ha
cumplido lealmente sus compromisos y el hombre no. Por eso, cuando el hombre
confiesa su culpa y acepta humildemente el castigo, reconoce que el Señor tenía
razón, glorifica a su Dios.
La presente
oración pertenece a un género bien conocido y bastante estable en sus
componentes. Pueden consultarse: Sal 50-51; Esd 9; Neh 9; Dn 9; Bar 1,15-3,8. Como
en textos semejantes, Azarías habla en nombre de la comunidad; es el contexto
lo que da una resonancia particular a su plegaria.
El texto
es sobrio. De la confesión retiene lo esencial, en particular la relación de
las dos partes en términos de justicia = inocencia frente a culpa = vergüenza. Tras
la confesión, apela a la misericordia, desgranando motivos clásicos: el honor de
Dios, su promesa, la situación del pueblo. Sigue el propósito de enmienda y se
añade una imprecación contra el enemigo.
3,27
-28 El destierro planteó un problema de teodicea, su solución sirvió de modelo
a la diáspora. El autor de la presente inserción adopta una actitud política y religiosa
con tinte polémico: frente a la línea macabaica,
que proclama la rebelión armada, él proclama la culpa y remite la solución a
Dios.
3,32 "Misericordia":
la palabra griega y su original hebrea pueden significar el acto de piedad que
perdona o la lealtad al compromiso. El pueblo ha faltado a sus compromisos; que
no falte el Señor a sus promesas.
3,37
Israel era el pueblo más pequeño en el momento de la elección y la liberación
(Dt 7,7); volverá a ser pequeño si no es fiel a la alianza (Dt 28,61). Es la
situación que contempla o esquematiza el autor.
3,38
Faltan dos instituciones centrales: la dinastía o casa de David, el templo o
casa del Señor. Falta la palabra profética (Sal 74, 9), que en tiempos
turbulentos ha paliado la falta de ambas. Estas palabras no encajan en tiempos
de la dinastía asmonea, sí bajo la dominación romana.
3,39
Inspirado en Sal 51,19.
3,44
Aunque el enemigo ha sido verdugo al servicio de Dios, se ha excedido con arrogancia
y ha merecido el castigo. En la coyuntura histórica, la liberación de los
judíos está vinculada al fracaso de los opresores: véanse Sal 35,24-26; 40,14-16;
56,8-10.
3,45
Resonancia de Sal 83,19: es un reconocimiento que no fragua en conversión.
3,46-50
El autor griego introduce esta pieza de enlace desarrollando lo que apuntaba
sobriamente el original. El horno está imaginado como una estructura vertical: por
abajo se ceba y atiza, por arriba se echa el material. La muerte de los caldeos
es una ejecución de la ley del talión. El esquema es una trasposición
aproximada del episodio del Mar Rojo, con fuego en vez de agua.
3,51-90
El autor griego inserta un himno inspirado en el Sal 136 por el artificio
letánico y en el 148 por la invitación universal. Quizá existió como himno
autónomo. En el presente contexto se carga de nuevo sentido.
Dura
era un escenario universal de los súbditos del Emperador; los cantores en el horno
se abren a un escenario cósmico. La banda del rey, música instrumental, convocaba
a jefes y súbditos al homenaje de la estatua; la voz humana de los jóvenes
convoca el universo al elogio unísono de Dios. En vez de holocaustos de aroma
que aplaca, brota ahora el "sacrificio de los labios", la ofrenda musical de la
alabanza. Dios no acepta por ahora el sacrificio de la vida de sus fieles, se contenta
con el sacrificio del testimonio heroico y de la alabanza entusiasta.
La
serie se divide cómodamente en: seis invocaciones dirigidas a Dios, una
invitación universal y seis celestes, diez a los meteoros, ocho a animales y
siete a hombres. Tiene menos rigor y concentración que el Sal 148. Toda la
creación se une al coro de alabanza cuando la convoca la palabra humana. De este
modo el hombre ejercita su señorío sobre la creación, nombrándola de nuevo
(cfr. Gn 1) Y dándole órdenes desinteresadas. Así se la somete para someterla a Dios, cerrando el círculo que comenzó en la
creación.
3,53-54
Templo y trono celestes, del rey del cielo
3,56 La
bóveda es el firmamento.
3,59 El
océano celeste, por encima del firmamento (Sal 29,10).
3,61
Astros y constelaciones al servicio de Dios.
3,64
Los meteoros comienzan con las aguas de debajo de la bóveda.
3,71
Véase Sal 19,3.
3,77 En
los manantiales aflora el agua del océano subterráneo de agua dulce (Dt 33,13).
3,80
Cielo equivale a aire: por debajo de la bóveda, en la zona del hombre.
3,86-87
Una comunidad definida por la santidad, la justicia y la humildad, en alma, espíritu
y corazón (Dt 6,5). No es una comunidad de poderosos ni de guerreros, sino de consagrados
al Señor.
3,88
Véase Eclo 51,4.
3,24 (hebreo)
Continúa el relato original.
3,25 El
"ser divino" se llama "ángel" en el v. 28. El rey ve al personaje
en figura humana, como los otros tres, pero descubre en él rasgos o aspecto divino
(cfr. Gn 18 y Jue 13); no consigue tanto Tobit (Tob 5).
3,26 "Dios
Altísimo": el título compete al Dios supremo; no es inconciliable con el
politeísmo, aunque coloca a Yhwh por encima de Marduk.
3,27 Parece
ser que los funcionarios asistían a la ejecución, dispuestos a saborear su victoria
(cfr. Sal 35,25). Su examen puede tener carácter notarial. Ni a ellos ni al rey
les alcanza el castigo (v. 22).
3,28-29
Resume el sentido teológico del relato. En la mente del emperador pagano no es
profesión de monoteísmo, sino aceptación del Dios de los judíos en el panteón
del imperio. En la mentalidad del autor Yhwh es Dios único. No se trata del Dios metafísico, sino del que actúa a favor de los
hombres. La cuestión es salvar o no salvar; es el planteamiento de Is 43,11 y 45,21. A los judíos les dice el autor que hay
un solo Dios salvador, por tanto hay un solo Dios. A los paganos no les hace sacar la última
consecuencia, que Is 45,14 pone en boca de paganos convertidos.
3,30 En términos narrativos suena como estribillo.
3,31-4,34
En este cuarto acto hace su última aparición Nabucodonosor. Por el tema es
paralelo del segundo, pues narra: sueño, interpretación, cumplimiento y
confesión. Por la forma se distingue, pues en gran parte se cuenta como confesión auto biográfica. Por tema, forma y posición en el libro,
apreciamos que la confesión del emperador es lo principal. Pronunciada su confesión,
Nabucodonosor se retira de la escena. El
argumento parece inspirarse en la crónica y la leyenda del último rey babilonio,
Nabonido. Según la Crónica, ese rey pasó diez años fuera de Babilonia, sometiendo
tribus y regiones de Arabia. Según la leyenda (un fragmento encontrado en Qumrán), Nabonido pasó siete años en Tema de Arabia,
enfermo a causa de sus pecados. En nuestro texto las cosas cambian notablemente:
no es Nabonido, sino Nabucodonosor (último emperador babilonio y primero); la
enfermedad está sustituida por una demencia bestial.
El desierto
es tradicionalmente la región inhumana, morada de fieras. El sueño combina dos
motivos literarios: la imagen del árbol cósmico y la imagen de la fiera. El resultado
es incoherente: el árbol se convierte en fiera. La incoherencia es consecuencia
del método intelectual de los apocalípticos.
El
árbol. Inmediatamente se inspira en Ez 31. Se trata del árbol cósmico y central,
donador de vida y morada de todos los vivientes. Árbol benéfico y protector: tal
es su destino. Representa el imperio universal del monarca y su función
benéfica durante una etapa histórica. El árbol comete un grave pecado: la arrogancia, el desviarse de su función benéfica para centrarse en
sí, en su prestigio y valor, hasta endiosarse, como autor de su propia gloria. El
pecado tiene dos direcciones: hacia arriba se arroga la gloria de Dios; hacia abajo niega la función benéfica de su cargo. Por eso le exigen
una doble conversión: "reconocer al Soberano del cielo y socorrer a los pobres" (24).
La
fiera. De la capital espléndida el emperador es arrojado al desierto inhóspito,
del palacio real a la intemperie inclemente; de emperador a fiera. Cuando el
hombre, aun exaltado, no sabe guardar su puesto frente a Dios, se rebaja a la condición de bruto. El arrogante toma o desarrolla
instintos de fiera, por lo cual es conducido al lugar de las fieras, a vivir con
ellas y como ellas. La bestia recobra la razón al reconocer a Dios.
El
castigo imita el esquema de orígenes: destierro perpetuo en vez de pena de
muerte (Adán y Caín). Dios deja al emperador "un tocón" para que
pueda volver en sí y volver a reinar. Volver en sí es recobrar su postura y puesto humanos.
3,32-33
"Signos y prodigios" es bina tradicional del Deuteronomio y los
profetas. El reinado eterno del Dios Altísimo abarca y desborda el reinado de
cualquier mortal, de su dinastía y de los imperios sucesivos.