miércoles, 1 de mayo de 2013

CAPÍTULO 6.



6 1Y Darío, el medo, le sucedió en el trono a la edad de sesenta y dos años. 

Daniel en el foso de los leones (Sal 57,5) 

2Darío decidió nombrar ciento veinte sátrapas que gobernasen el reino, 3y sobre ellos tres ministros, a quienes los sátrapas rendirían cuentas para que no sufriesen los intereses de la corona. Uno de los tres era Daniel.
4Daniel sobresalía entre los ministros y los sátrapas por su talento extraordinario, de modo que el rey decidió ponerlo al frente de todo el reino. 5Entonces los ministros y los sátrapas buscaron algo de qué acusarle en su administración del reino; pero no le encontraron ninguna culpa ni descuido, porque era hombre de fiar que no cometía errores ni era negligente.
6Aquellos hombres se dijeron:
-No podremos acusar a Daniel de ninguna falta. Tenemos que buscar un delito de carácter religioso. 7Entonces los ministros y sátrapas fueron al rey diciéndole:
8-¡Viva siempre el rey Darío! Los ministros del reino, los prefectos, los sátrapas, consejeros y gobernadores están de acuerdo en que el rey debe promulgar un edicto sancionando que en los próximos treinta días nadie haga oración a otro dios que no seas tú, bajo pena de ser arrojado al foso de los leones. 9Por tanto, majestad, promulga esa prohibición y firma el documento para que sea irrevocable, como ley perpetua de medos y persas.
10Así, el rey Daría promulgó y firmó el decreto.
11Cuando Daniel se enteró de la promulgación del decreto, subió al piso superior de su casa, que tenía ventanas orientadas hacia Jerusalén. Y, arrodillado, oraba dando gracias a Dios tres veces al día, como solía hacerlo.
12Aquellos hombres lo espiaron y lo sorprendieron orando y suplicando a su Dios. 13Entonces fueron a decirle al rey:
-Majestad, ¿no has firmado tú un decreto que prohíbe hacer oración a cualquier dios fuera de ti, bajo pena de ser arrojado al foso de los leones?
El rey contestó:
-El decreto está en vigor, como ley irrevocable de medos y persas.
14Ellos le replicaron:
-Pues Daniel, uno de los deportados de Judea, no te obedece a ti, majestad, ni a la prohibición que has firmado, sino que tres veces al día reza sus oraciones.
15AI oírlo, el rey, todo sofocado, se puso a pensar la manera de salvar a Daniel, y hasta la puesta del sol hizo lo imposible por librarlo. 16pero aquellos hombres le urgían diciéndole:
-Majestad, sabes que, según la ley de medos y persas, una prohibición o edicto real es válido e irrevocable.
17Entonces el rey mandó traer a Daniel y echarlo al foso de los leones. El rey dijo a Daniel:
-iQue te salve ese Dios a quien tú veneras con tanta constancia!
18Trajeron una piedra, taparon con ella la boca del foso y el rey la selló con su sello y con el de sus nobles, para que nadie pudiese modificar la sentencia dada contra Daniel. 19Luego el rey volvió a palacio, pasó la noche en ayunas, sin mujeres y sin poder dormir.
20Madrugó y fue corriendo al foso de los leones. 21Se acercó al foso y gritó afligido:
-iDaniel, siervo del Dios vivo! ¿Ha podidosalvarte de los leones ese Dios a quien veneras con tanta constancia?
22Daniel le contestó:
2LiViva siempre el rey! Mi Dios envió su ángel a cerrar las fauces de los leones, y no me han hecho nada, porque ante él soy inocente, como tampoco he hecho nada contra ti.
24El rey se alegró mucho y mandó que sacaran a Daniel del foso. Al sacarlo no tenía ni un rasguño, porque había confiado en su Dios. 25Luego mandó el rey traer a los que habían calumniado a Daniel y arrojarlos al foso de los leones con sus hijos y esposas. No habían llegado al suelo y ya los leones los habían atrapado y despedazado.
26Entonces el rey Darío escribió a todos los pueblos, naciones y lenguas de la tierra:
27«iPaz y bienestar! Ordeno y mando: Que en mi imperio todos respeten y teman al Dios de Daniel. Él es el Dios vivo que permanece siempre. Su reino no será destruido, su imperio dura hasta el fin.
28Él salva y libra, hace signos y prodigios en el cielo y en la tierra.
Él salvó a Daniel de los leones».
29 Así fue como prosperó Daniel durante el reinado de Darío y de Ciro de Persia.

6,2-29 Este relato pertenece a la serie de las pruebas y es una variación de la segunda: en vez de fuego, fieras. Como en el capítulo tercero, a través del siervo es puesto a prueba su Dios, y esto es lo más importante del relato. La prueba de ese Dios es si puede y quiere salvar. El texto lo va diciendo con una serie de repeticiones estratégicas. El rey intenta "salvar y librar" (15), pero no puede; remite la "salvación" a Dios (17), inquiere si ha podido "salvar" (21) Y lo confiesa al final (28). La salvación del inocente violentado define a ese Dios, es su prueba. Como en un plano el hombre supera la prueba del fuego y de las fieras, en otro plano Dios supera la prueba de "sus fieles", a quienes no abandona. Daniel era de fiar para el rey (3), Dios es de fiar para Daniel. Puesto a prueba, Dios transforma la situación en un juicio de inocentes y culpables. Los leones, encerrados y no domesticados, aprenden a discernir: rehúsan ser ejecutores de una sentencia injusta y ejecutan la justa sentencia de Dios. 

Lo político y lo religioso se mezclan perversamente en la trama. La envidia de los funcionarios es de orden político; no teniendo agarradero en ese plano para vengarse, provocan un caso religioso. En el terreno de la administración el rey está satisfecho de Daniel, pero queda cogido y enredado en la estructura de su legislación. Quien promulga el decreto queda esclavizado por él, aunque sea injusto y contrario a sus intereses políticos. De aquí su desazón y su deseo de salvar a Daniel. Daniel es víctima de una institución absurda y opresiva, que saben explotar legalmente los cortesanos. El emperador del mundo es esclavo. 

El Dios de Daniel, salvando a su fiel servidor, libera también al rey del cerco de sus funcionarios y de la constricción legal. Tanto que al final el soberano quebranta públicamente su decreto rezando y confesando al Dios prohibido. Liberado de su esclavitud, el rey puede introducir un decreto de tolerancia religiosa (como Ciro, como Antíoco III), haciendo sitio en su panteón a ese Dios salvador que se ha introducido por medio del primer ministro. 

6,2 Darío fue el gran organizador del imperio persa. 

6,3 Continúa la penetración: un judío asciende a funcionario ejemplar en la corte del emperador y le ofrece su talento y sus servicios. 

6,5 El equipo anónimo de envidiosos se siente unido en el odio al extranjero. Conspira y pone en movimiento un mecanismo estatal para destruir legalmente al extranjero. Para ello dan tres pasos. Primero, comprometer al rey halagando su vanidad; segundo, comprometer a Daniel contando con su fidelidad religiosa; tercero, hacer condenar y ejecutar a Daniel para salvar la autoridad imperial. Realmente ellos son los verdaderos leones, que afilan las lenguas del engaño para devorar al inocente, que echan redes y ponen trampas (Sal 7; 17,10-13;35,11-17). 

6, 11 ¿Tenía que exponerse públicamente Daniel? El decreto imperial abarcaba sólo la expresión externa. Las ventanas orientadas hacia Jerusalén son el signo de su lealtad patria (Sal 5,8; 28,2); no se siente obligado a repatriarse. Le basta con la oración, sin sacrificios, aunque respeta el horario (Sal 141,2). 

6,15 Mt 14,9. 

6,17 En la intención del narrador, esa frase podría tener tono sarcástico contra Darío; al menos es ambigua, de doble filo. 

6,19 "Mujeres": dudoso; otros traducen "distracciones". Detrás de este verso encajaría el episodio de Habacuc, que narra una adición griega (14,33-39). 

6,20 Est 6,1; Dt 5,26; Jr 10,10. 

6,21 "Dios vivo" es título clásico: Dt 5,26; Jr 10,10; Os 1,10; Sal 42,2 etc. 

6,23 Con sus familias, según la antigua costumbre (Nm 16,32; Jos 7,24s). 

6,25 Nm 16,32; Jos 7,24s; Est 13,9s. 

6,27-28 El emperador hace una profesión de fe israelítica: dice con artículo "el Dios vivo" (cfr. Sal 82) e inmortal (Sal 102); gobierna la historia por encima de los imperios humanos, sin desentenderse de un pobre inocente condenado a muerte.

No hay comentarios:

Publicar un comentario