6 1Y Darío, el medo, le sucedió en el trono a la edad de sesenta y dos
años.
Daniel en el foso de los leones (Sal 57,5)
2Darío
decidió nombrar ciento veinte sátrapas que gobernasen el reino, 3y sobre ellos
tres ministros, a quienes los sátrapas rendirían cuentas para que no sufriesen
los intereses de la corona. Uno de los tres era Daniel.
4Daniel
sobresalía entre los ministros y los sátrapas por su talento extraordinario, de
modo que el rey decidió ponerlo al frente de todo el reino. 5Entonces los ministros
y los sátrapas buscaron algo de qué acusarle en su administración del reino; pero
no le encontraron ninguna culpa ni descuido, porque era hombre de fiar que no
cometía errores ni era negligente.
6Aquellos
hombres se dijeron:
-No podremos
acusar a Daniel de ninguna falta. Tenemos que buscar un delito de carácter religioso. 7Entonces los ministros y sátrapas fueron al rey diciéndole:
8-¡Viva
siempre el rey Darío! Los ministros del reino, los prefectos, los sátrapas, consejeros
y gobernadores están de acuerdo en que el rey debe promulgar un edicto sancionando
que en los próximos treinta días nadie haga oración a otro dios que no seas tú,
bajo pena de ser arrojado al foso de los leones. 9Por tanto, majestad, promulga
esa prohibición y firma el documento para que sea irrevocable, como ley perpetua
de medos y persas.
10Así,
el rey Daría promulgó y firmó el decreto.
11Cuando
Daniel se enteró de la promulgación del decreto, subió al piso superior de su casa,
que tenía ventanas orientadas hacia Jerusalén. Y, arrodillado, oraba dando gracias
a Dios tres veces al día, como solía hacerlo.
12Aquellos
hombres lo espiaron y lo sorprendieron orando y suplicando a su Dios. 13Entonces fueron a decirle al rey:
-Majestad,
¿no has firmado tú un decreto que prohíbe hacer oración a cualquier dios fuera
de ti, bajo pena de ser arrojado al foso de los leones?
El rey
contestó:
-El
decreto está en vigor, como ley irrevocable de medos y persas.
14Ellos
le replicaron:
-Pues
Daniel, uno de los deportados de Judea, no te obedece a ti, majestad, ni a la
prohibición que has firmado, sino que tres veces al día reza sus oraciones.
15AI
oírlo, el rey, todo sofocado, se puso a pensar la manera de salvar a Daniel, y
hasta la puesta del sol hizo lo imposible por librarlo. 16pero aquellos hombres le
urgían diciéndole:
-Majestad,
sabes que, según la ley de medos y persas, una prohibición o edicto real es
válido e irrevocable.
17Entonces
el rey mandó traer a Daniel y echarlo al foso de los leones. El rey dijo a
Daniel:
-iQue te salve ese Dios a quien tú veneras con tanta constancia!
-iQue te salve ese Dios a quien tú veneras con tanta constancia!
18Trajeron
una piedra, taparon con ella la boca del foso y el rey la selló con su sello y
con el de sus nobles, para que nadie pudiese modificar la sentencia dada contra Daniel.
19Luego el rey volvió a palacio, pasó la noche en ayunas, sin mujeres y sin
poder dormir.
20Madrugó
y fue corriendo al foso de los leones. 21Se acercó al foso y gritó
afligido:
-iDaniel, siervo del Dios vivo! ¿Ha podidosalvarte de los leones ese Dios a quien veneras con tanta constancia?
-iDaniel, siervo del Dios vivo! ¿Ha podidosalvarte de los leones ese Dios a quien veneras con tanta constancia?
22Daniel
le contestó:
2LiViva
siempre el rey! Mi Dios envió su ángel a cerrar las fauces de los leones, y no
me han hecho nada, porque ante él soy inocente, como tampoco he hecho nada contra
ti.
24El
rey se alegró mucho y mandó que sacaran a Daniel del foso. Al sacarlo no tenía
ni un rasguño, porque había confiado en su Dios. 25Luego mandó el rey traer a
los que habían calumniado a Daniel y arrojarlos al foso de los leones con sus hijos
y esposas. No habían llegado al suelo y ya los leones los habían atrapado y
despedazado.
26Entonces
el rey Darío escribió a todos los pueblos, naciones y lenguas de la tierra:
27«iPaz
y bienestar! Ordeno y mando: Que en mi imperio todos respeten y teman al Dios
de Daniel. Él es el Dios vivo que permanece siempre. Su reino no será destruido, su
imperio dura hasta el fin.
28Él
salva y libra, hace signos y prodigios en el cielo y en la tierra.
Él
salvó a Daniel de los leones».
29 Así
fue como prosperó Daniel durante el reinado de Darío y de Ciro de Persia.
6,2-29 Este
relato pertenece a la serie de las pruebas y es una variación de la segunda: en
vez de fuego, fieras. Como en el capítulo tercero, a través del siervo es
puesto a prueba su Dios, y esto es lo más importante del relato. La prueba de
ese Dios es si puede y quiere salvar. El texto lo va diciendo con una serie de
repeticiones estratégicas. El rey intenta "salvar y librar" (15),
pero no puede; remite la "salvación" a Dios (17), inquiere si ha
podido "salvar" (21) Y lo confiesa al final (28). La salvación del
inocente violentado define a ese Dios, es su prueba. Como en un plano el hombre
supera la prueba del fuego y de las fieras, en otro plano Dios supera la prueba
de "sus fieles", a quienes no abandona. Daniel era de fiar para el rey
(3), Dios es de fiar para Daniel. Puesto a prueba, Dios transforma la situación
en un juicio de inocentes y culpables. Los leones, encerrados y no domesticados,
aprenden a discernir: rehúsan ser ejecutores de una sentencia injusta y ejecutan
la justa sentencia de Dios.
Lo político
y lo religioso se mezclan perversamente en la trama. La envidia de los funcionarios
es de orden político; no teniendo agarradero en ese plano para vengarse, provocan
un caso religioso. En el terreno de la administración el rey está satisfecho de
Daniel, pero queda cogido y enredado en la estructura de su legislación. Quien
promulga el decreto queda esclavizado por él, aunque sea injusto y contrario a
sus intereses políticos. De aquí su desazón y su deseo de salvar a Daniel. Daniel
es víctima de una institución absurda y opresiva, que saben explotar legalmente los cortesanos. El emperador del mundo es esclavo.
El Dios
de Daniel, salvando a su fiel servidor, libera también al rey del cerco de sus funcionarios
y de la constricción legal. Tanto que al final el soberano quebranta públicamente
su decreto rezando y confesando al Dios prohibido. Liberado de su esclavitud, el
rey puede introducir un decreto de tolerancia religiosa (como Ciro, como
Antíoco III), haciendo sitio en su panteón a ese Dios salvador que se ha
introducido por medio del primer ministro.
6,2
Darío fue el gran organizador del imperio persa.
6,3
Continúa la penetración: un judío asciende a funcionario ejemplar en la corte del
emperador y le ofrece su talento y sus servicios.
6,5 El
equipo anónimo de envidiosos se siente unido en el odio al extranjero. Conspira
y pone en movimiento un mecanismo estatal para destruir legalmente al extranjero.
Para ello dan tres pasos. Primero, comprometer al rey halagando su vanidad; segundo,
comprometer a Daniel contando con su fidelidad religiosa; tercero, hacer condenar
y ejecutar a Daniel para salvar la autoridad imperial. Realmente ellos son los
verdaderos leones, que afilan las lenguas del engaño para devorar al inocente, que echan redes y ponen trampas (Sal 7; 17,10-13;35,11-17).
6, 11
¿Tenía que exponerse públicamente Daniel? El decreto imperial abarcaba sólo la
expresión externa. Las ventanas orientadas hacia Jerusalén son el signo de su
lealtad patria (Sal 5,8; 28,2); no se siente obligado a repatriarse. Le basta
con la oración, sin sacrificios, aunque respeta el horario (Sal 141,2).
6,15 Mt
14,9.
6,17 En
la intención del narrador, esa frase podría tener tono sarcástico contra Darío;
al menos es ambigua, de doble filo.
6,19
"Mujeres": dudoso; otros traducen "distracciones". Detrás
de este verso encajaría el episodio de Habacuc, que narra una adición griega
(14,33-39).
6,20
Est 6,1; Dt 5,26; Jr 10,10.
6,21 "Dios
vivo" es título clásico: Dt 5,26; Jr 10,10; Os 1,10; Sal 42,2 etc.
6,23
Con sus familias, según la antigua costumbre (Nm 16,32; Jos 7,24s).
6,25 Nm
16,32; Jos 7,24s; Est 13,9s.
6,27-28
El emperador hace una profesión de fe israelítica: dice con artículo "el Dios
vivo" (cfr. Sal 82) e inmortal (Sal 102); gobierna la historia por encima
de los imperios humanos, sin desentenderse de un pobre inocente condenado a
muerte.
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